DÉCIMO SÉPTIMO DÍA--PREPARACIÓN PARA LA CONSAGRACIÓN AL TRIUNFO DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

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«Ángel mío: La culminación de mi triunfo estará a la altura de la respuesta de mis hijos; te digo que vendrá como el viento. No verás de qué dirección viene, ni cuán cerca o lejos está, solo sentirás su roce y oirás su voz; tienes que estar listo». 
Agosto 3 de 1993

Guía:
Sin la consagración es imposible la conexión de Dios y Nuestra Señora, al grado en que Él ha destinado que ofrezcan nuestras almas. Quien se niegue a Nuestra Señora nunca podrá alcanzar la altura donde Dios desea llevarla; estas gracias que vienen de Dios son dadas con la intención de que sean aceptadas únicamente dentro de la unión que Él ha creado.

El alma se formará en Jesús y Jesús dentro del alma, porque la cámara de los sacramentos divinos está en el seno de Nuestra Señora, donde Jesús y todos los elegidos han sido formados.

Esta es la razón por la cual nos comprometemos a la consagración a Nuestra Señora: para establecer más perfectamente la consagración de nuestros corazones a su Hijo.

Dirección:
Para ocupar nuestro lugar en el triunfo de Nuestra Señora, nosotros debemos ser como las diez vírgenes que esperan la llegada del novio; debemos esperar con las lámparas llenas de aceite y estar listos en estado de gracia para la llegada de su triunfo; mantengámonos fuertes en esta batalla final por la paz del mundo.

Cuando los golpes de la persecución nos alcancen, demos el ejemplo y permanezcamos imperturbables y alcemos en alto nuestra espada de la verdad para alumbrar el camino de los que buscan en la oscuridad. Para los consagrados a su Corazón Inmaculado todo es ocasión de mérito y consuelo.

Meditación:
¡Oh Inmaculado Corazón de María!, ayúdame para que mi alma nunca contradiga la voluntad de Dios; permíteme esperar con la lámpara encendida la llegada de tu triunfo. 
Querida Madre, yo deseo corresponder a los deseos de Dios así como tú lo has hecho siempre; haz que las llamas de amor que consumieron la vida de mi Jesús en el altar de la Cruz, vengan y tomen posesión de mi Corazón entero; concédeme que esté envuelto solamente en tu amor y que solo suspire por amarte más. Todo lo espero por la intercesión de tu corazón; ¡Oh Virgen Santísima!.

«Guárdame en tu corazón
como tu sello»
(cantar de los cantares 8:6 )