VIGÉSIMO OCTAVO DIA--PREPARACIÓN PARA LA CONSAGRACIÓN AL TRIUNFO DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

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«Ángel mío, ten conocimiento que yo tengo grandes expectativas de estos días. Ten la seguridad de que yo permanezco contigo. Te pido que traigas a la luz la importancia de los deseos de Dios por la consagración. Espero traer la luz de las gracias sobre mis hijos de esta forma. Por medio de un corazón abierto, puede el mundo convertirse en un paraíso interior y exteriormente.

Yo vengo a traerle al mundo regocijo, consuelo y una advertencia, con cariño. Quédate conmigo, mí querido Ángel, permite que mi corazón brille al mundo en ti y a través de ti. Que la paz de mi hijo esté contigo».

Septiembre 18 de 1.993

Guía:
Fue por medio de Nuestra Señora como la salvación del mundo comenzó y es a través de Ella como será consumada. La Santísima Virgen nos ha sido revelada y dada a conocer por el Espíritu Santo, a fin de que a través de Ella, Jesús pueda ser conocido y amado.

Ahora, en estos últimos tiempos, Dios desea que conozcan a Su Hija, la obra maestra de su creación. El desea ser glorificado y alabado en Ella y a través de Ella por todos. Jesús vino a nosotros por el portal del Cielo dentro de su vientre, y Ella debe ser reconocida a fin de que Jesús también lo sea.

De modo que es por Ella que todas las almas que han de brillar especialmente en Santidad, han de encontrar a Nuestro Señor dentro de su Inmaculado Corazón. Nadie puede encontrar a María si no la busca. Nadie puede desearla sin conocerla. Es entonces necesario, para la mayor gloria de Dios, que cumplamos con su profundo deseo de honrar a su Madre.

Dirección:
Debemos buscar la faz de Nuestra Señora mañana tal como un niño busca la cara de su madre cuando se despierta; y si no la ve, comienza a llorar hasta que ella se acerca. Así debemos tratar a Nuestra Madre, María. No debemos temer llamarla a Ella cuando estamos seguros de su paradero. Si nos sentimos solos, no debemos dudar en llamarla inmediatamente. Debemos escudriñar en busca de su mano, asirnos a Ella y no soltarla jamás. Es por medio de nuestra consagración como estaremos aptos para encontrar su mano en medio de la oscuridad.

Meditación:
¡Oh Inmaculado Corazón de María!, tú tienes el poder de cambiar corazones, transforma el mío. Hazme un hijo digno de tenerte a ti por Madre. Fijo mi mirada de esperanza en Ti, a fin que pueda encontrar tu bello rostro cada mañana. Permíteme que por medio de mi consagración a Ti pueda tomar tu mano para siempre.

«María, por su parte,
observaba cuidadosamente
todos estos acontecimientos
y los guardaba en su corazón»
(Lucas 2:19)