La perfección de la consagración es tener confianza como la de un niño en Mi, su Madre; esta confianza hace que tu alma recurra a mi Inmaculado Corazón con mucha sencillez y ternura; tú me implorarás a todas horas, en todo lugar y por sobre todas las cosas: en tus dudas para iluminarte, en tus extravíos para que encuentres de nuevo el camino correcto, en tus tentaciones para sostenerte, en tus debilidades para fortalecerte, en cada día para que yo pueda levantarte, en cada desánimo para que yo pueda consolarte, en tus cruces, afanes y tribulaciones de la vida para darte valor, para aceptar y soportar.
Estos momentos son dados a través del profundo amor en mi Corazón por ti; ven querido mío, recoge la gracia del Cielo; abre tu corazón y permite que el Espíritu Santo llene y penetre en ti plenamente.
Extiende tus manos y expón tu corazón a los deseos de su toque majestuoso».
Marzo 6 de 1993
Guía:
En el centro del reinado de los dos Corazones, está el acto divino de la Redención; el único propósito de este acto es el de unirse a su propia unidad. Cuando el Espíritu Santo viene dentro del corazón, lo hace como divino unificador. Así como la atracción se junta en nuestro propio corazón, los dos corazones de Jesús y María se unen y la unión de ellos trae el acto de Redención y Corredención; siendo este el verdadero propósito de la consagración.
La consagración tiene como objetivo preparar el corazón para recibir a Jesús por medio del Espíritu Santo, y por este mismo, moviendo unir los poderes corredentores de Jesús y María; esto es lo que causa que el alma sea fructífera. En la unidad de los dos corazones viene la unión de nuestros propios corazones, ¡Una unidad muy especial de tres es creada!
Dirección:
Debemos comprender lo que significa la solitud del corazón; consiste en expulsar del alma cada afecto que no sea para Dios y en buscar en nuestras acciones solo la complacencia de su sagrado corazón. En esencia, la solitud de corazón implica que tú puedas decir con sinceridad: «Dios mío, yo te deseo a Ti solamente y nada más».
Nosotros debemos separarnos de todas las cosas, buscándolo solo a Él y así encontraremos su corazón en abundancia; no se puede buscar ni encontrar a Dios si Él no es conocido por el alma. El corazón ocupado por los afectos del mundo no puede reflejar puramente su luz divina; el alma que desea ver a Dios tiene que remover el mundo de su corazón, el alma que desea ver a Dios tiene que retirarse a un corazón abierto; un corazón simplemente enfocado a Él.
Meditación:
¡Oh Inmaculado Corazón de María!, guía mi corazón para encontrar solo a Dios en todas las cosas y sobre todas las cosas y descansar solo cuando haya encontrado solitud; concédeme que en mi consagración, mi corazón busque esa solitud en la tranquilidad de su paz; que el Espíritu Santo consuma todos mis afectos mundanos desde lo más profundo. ¡Oh María!, mi Madre, mi refugio, concédeme la gracia de un corazón que sepa estar en soledad
«Tú, cuando reces, entra en tu pieza,
cierra la puerta y reza a tu Padre
que comparte tus secretos,
y tu Padre que ve los secretos te premiará»
(Mateo 6:6)