Recuerda que el orgullo es el mayor adversario del hombre, es la semilla de la discordia y de la ilusión; el tiempo es tan crítico ahora,
que yo no puedo expresarte la importancia de tus sinceros esfuerzos en estos días».
Agosto 21 de 1993
Guía:
Nuestra perfección consiste en ser moldeados, unidos y consagrados a Jesús; para hacer esto, debemos buscar la manera de cumplir con estos requisitos. Si deseamos ser consagrados total y completamente en unión con Jesús, debemos seguir el camino hacia Él, diseñado para este propósito especifico.
Si el alma de Nuestra Señora es la que estaba más en conformidad con Jesús, no hay nada más natural que llegar por medio de Ella a una profunda conformidad por Dios. La ruta para llegar a esta perfecta unión es por medio de la consagración; mientras más unidos estemos con Ella, más profunda será nuestra unión con su Hijo, de modo que la perfecta consagración a Dios sólo es completa por medio de nuestra consagración al Corazón Inmaculado de Nuestra Señora.
Dirección:
Nosotros debemos sentir regocijo en nuestra consagración por el bien que se difundirá a todos en pro del triunfo de nuestra Señora.
Debemos reconocer: ¿cuándo nos hemos extraviado de la caridad ejemplar de Nuestra Señora?, ¿hemos sufrido más por los demás que por nosotros mismos?, ¿tenemos envidia del éxito den los demás creyéndolos desmerecedores, tal vez porque lo consideramos un obstáculo para nuestro propio avance?; la consagración a Nuestra Señora nos ayuda a avanzar en caridad hacia el bien de los demás.
El triunfo vendrá cuando busquemos el ejemplo de Nuestra Señora dentro del mundo; sin embargo, satanás vendrá a apartarnos de este santo intento; por esto, debemos fortalecernos cada día más, para sentir siempre el fervor que experimentaremos al momento de la penetración del Espíritu Santo en nuestras almas, de acuerdo a la promesa de Nuestra Señora al pronunciar nuestro FIAT.
Meditación:
¡Oh Inmaculado Corazón de María!, ayúdame a permanecer siempre como en el momento de mi consagración y que busque siempre dar el amor de Dios por medio de la caridad a todo los que yo encuentre; deseo no ver las faltas que satanás exagera en los demás, que todos sean para mí como tus hijos queridos, así como tú has hecho conmigo.
Destierra de mi alma el pecado del orgullo, que no me deje llevar por ilusiones y engaños creados por Satanás; deseo buscar el corazón de cada persona para que con nuestras obras juntemos nuestros corazones por el bien de tu triunfo.
Madre querida; tu triunfo, es una gracia de amor y unidad movida por la acción de Espíritu Santo para crear una metamorfosis dentro de
mi corazón; Virgen Santa, posee mi corazón para que no caiga en las garras de Satanás.
«En realidad,
Dios no está lejos de cada uno de nosotros,
pues en Él vivimos, nos movemos y existimos»
(Hechos 17:28)