La consagración es un acto de unión y de transformación de nuestro interior hacia Dios primero y después hacia todo lo que Él ha creado; ahora les pido que pongan toda su concentración en Mi corazón solamente. Esta consagración debe ser constante, para que yo pueda siempre estar presente en ti; debes encontrar tu fuerza dentro de tu corazón.
Corazón mío, ángel mío; busca como lo ha hecho cada uno, encontrar mi Corazón Inmaculado; sigue adelante cuando lo encuentres, este es el verdadero don de la gracia que yo les he prometido y que les dije se les revelará por completo; esta es mi promesa solemne: ustedes sólo necesitan lo que se encuentra en mí, esta es la unión de la Trinidad hacia la cual yo los guío.
Encuentra la confianza y la solución para cada decisión en mi Inmaculado Corazón; les aseguro que por eso yo soy su refugio, a través de ustedes les doy la intensidad de esta gracia con el propósito de unidad, para que encuentren en mí, la solidaridad y el sentido de dirección.
Vengo a traerles esta dirección ahora, en tal forma que en este corto tiempo pueda llevar a feliz término todo lo que sea necesario y más allá de su comprensión, tratad de encontrar solamente lo que yo les he dicho y todo será realizado según los deseos de Dios. Recuerda que permanecer conmigo es como ser uno con mi Inmaculado Corazón y con el Corazón de mi Hijo».
Agosto 29 de 1993
Guía:
La consagración viene a ser una perfecta renovación de los votos bautismales, antes del bautismo, estuvimos entregados a la maldad, mientras que en el bautismo hemos sido dados a Jesús; en nuestra declaración de la consagración y en la renovación de estos votos, estamos siendo entregados a Jesús por medio de Nuestra Señora; de esta manera, al rendirle honor a Él se lo rendimos a su más grande creación de gracia. Perteneciendo a Nuestra Señora, le pertenecemos también a Él.
Dirección:
Dios siempre desea hablarle al corazón y no a la mente; la mente está llena de mucha más voluntad propia, mientras que nuestros corazones permanecen en el umbral del alma. En esencia, cuando Nuestra Señora nos pide abrir nuestros corazones, también nos pide abrir nuestras almas para recibir su gracia; por medio de la consagración, nosotros descubrimos como su Corazón palpita dentro del nuestro, para transmitir esa fuerza que Ella adquirió a través de sus propias pruebas y sufrimientos.
Por este acto somos transformados interiormente; nuestra alma está moldeada para ser un receptáculo de gracias, así como Dios se lo pide a Nuestra Señora, Ella nos pide que mantengamos nuestro corazón fijo en su Corazón Inmaculado, porque por medio de esta decisión ganamos su protección y estaremos siempre envueltos en su abrazo maternal; en nuestras tareas diarias busquemos siempre a su Inmaculado Corazón, en Ella encontraremos refugio.
Meditación:
¡Oh Inmaculado Corazón de María!, ruego con toda la intensidad de los deseos de mi corazón, encontrar refugio en tu Inmaculado Corazón y ruego siempre que yo sepa recurrir a ti para todas las cosas. Que tú me guíes y me des tu protección para encontrar mi solidaridad y mi punto de dirección.
Enséñame Madre querida, a encontrar tu Corazón en todo lo que piense, diga y haga; inunda mi corazón con los goces de tu triunfo para que ellos me sostengan cuando llegue el momento de la tribulación, dirige esta alma errante para llegar hasta el fondo de tu Corazón donde tu me ofreces el amor, la consolación y la compasión de la Santa Trinidad.
«A esto han sido llamados;
pues Cristo también sufrió por ustedes,
dejándoles un ejemplo con el fin de que sigan sus huellas»
(1 pedro 2:21)