VIGÉSIMO PRIMER DÍA--PREPARACIÓN PARA LA CONSAGRACIÓN AL TRIUNFO DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

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«Ángel mío: yo te traigo el goce del Corazón de mi Hijo; regocijémonos por todo lo que hemos alcanzado en este tiempo, y pido que todos permanezcan fieles a esta gracia divina del Cielo; si todos permanecemos como uno, el Plan de Dios no podrá ser destruido por la influencia del orgullo.

Vengo Para traer la abundancia de los bienes del Cielo; Dios Padre me envía con la gracia de estos bienes preciosos para ser conferidos al alma, el halo de pureza adornada con todas las virtudes.
Es mi deseo colocar esta corona sobre cada uno de los corazones, que se arrodillen ante mí altar para entregarme su corazón.
Les pido a cada uno de ustedes convertirse como signo de unidad para todo el mundo; esta es la señal sempiterna de Dios, tres en uno, de mí todo es posible pero sólo si me dan su corazón.

Dios dará todo para llevar a cabo su plan, debo decirles que estos tiempos son muy urgentes, muy pronto el mundo espera una transformación de tal grado que no es posible imaginarse; es la hora de abrirse el Cielo sobre la tierra y las puertas del infierno serán cerradas y removidas, es la unión de los corazones, sus corazones, hacia la unión con nuestros dos Corazones; ruego que tú aceptes mí suplica de reconciliación, unión y paz, esto es lo que te espera en mi corazón.»

Septiembre 1 de 1993

Guía:
Esta es la era de la gracia divina, está en medio de nosotros para penetrarnos profundamente con la bondad de la Misericordia de Dios. Un Padre amoroso y extraordinario se ha dignado enviarnos una Madre porque Él conoce bien la ternura que hay en sus caricias; con su infinita sabiduría, Él ha escogido darnos este regalo.

El corazón de Jesús fue derretido muchas veces bajo la dulzura de la sonrisa de su Madre; Él encontró confort y protección en sus brazos y sabiduría en sus palabras. ¿Cuánto ha debido amarnos para que también nosotros experimentáramos esos mismos momentos?.

Su dirección en los momentos de extravíos, su sonrisa en los momentos de alegría o sus lágrimas que se mezclan con las nuestras en los momentos de pecado; el modo como enseña una madre es un regalo de amor, mantener cerca el corazón de una madre nutrirá y ayudará a lo largo del camino. Ella nos llama de una manera muy suave y cariñosa hacia la misión de su triunfo y hacia lo profundo de su triunfante Corazón Inmaculado, nuestra consagración es nuestro Si puesto a su servicio.

Dirección:
En la consagración de nuestros corazones, nosotros nos afirmamos en una unidad eterna y también aceptamos los sacrificios de esta misión; es la misión de la luz, de la verdad que es recibida con desdén y disgusto por el mundo. Nosotros no debemos exponernos a lo que no sea la verdad; también debemos reconocer que un esfuerzo a medias no sirve de mucho en esta misión, este es un llamado a la convicción, una firme e inflexible creencia en el triunfo del Inmaculado Corazón de María. Debemos buscar cada día esta seguridad en nuestra alma.

Meditación:
¡Oh Inmaculado Corazón de María!, haz que yo pueda reposar en la grandeza de tu triunfo; acepta mi plegaria de reconciliación en unión con la paz de mi corazón y de mi mente y lleva este deseo a Dios Padre. Ruego para que mi alma sea tan pura que su brillo ciegue la maldad y lleve la gracia a los que poseen igual necesidad.

Abre mi corazón, querida Madre, cada día más y no permitas que se cierre ni siquiera un momento, penetra en su profundidad y descubre todos los rincones escondidos de mi corazón para que no quede ninguna imperfección; te ruego que obtengas la victoria dentro de mi propio corazón primero, para luego llevar esta gracia a todo el mundo.

«Señor, Dios de Israel,
dame las fuerzas en este momento»
(Judith 13:7)