Capitulo II
Vida Mariana
(Perfección de la vida cristiana)
«¿Cuándo respirarán las almas a María como los cuerpos respiran el aire?.... ¿Cuándo Las almas perdiéndose ellas mismas en el abismo del interior de María se transformarán en copias vivas de María?….. Ese tiempo sólo vendrá cuando se conozca y practique la devoción a María.
Esclavo feliz de María, ahora conoces «esta práctica interior y perfecta» de devoción a María, debes preparar convenientemente la Consagración, pronunciando fervorosamente tu Consagración con conocimiento de causa.
San Luis María de Montfort define la Perfecta devoción: «Consiste en darse todo entero como esclavo a María y a Jesús por Ella y además en hacer todas las cosas por María, con María, en María y para María».
Cumplida la primera parte de esta definición conviene cumplir la segunda sin lo cual el acto de Consagración vale muy poco.
Oigamos a San Luis María:
«No basta consagrarse una vez como esclavo a María, ni aún es bastante hacerlo todos los meses o todas las semanas. Devoción harto pasajera sería esa que no elevaría el alma a la perfección a que, si bien se practica, la puede elevar. No es muy difícil alistarse en una Cofradía, ni aun abrazar esta devoción y rezar diariamente algunas oraciones prescritas; lo difícil es entrar en el espíritu de Ella que es hacer que un alma en su interior dependa y sea esclava de la Santísima Virgen y de Jesús por Ella»; lo importante, pues, es entrar en el espíritu de esta devoción y perseverar en él.
Como el Bautismo inaugura la vida cristiana y la profesión religiosa el estado religioso, así la Consagración no es una entrega pasajera sino el comienzo de un nuevo estado, de una nueva forma de vida espiritual que podríamos definir: La Marianización de nuestra vida espiritual y de todos los actos de nuestra existencia.
Esta vida mariana cada vez más intensa o en frase de Pío XII «La intensidad de una vida cristiana y mariana», se obtiene practicando el segundo elemento de la definición arriba dada, que fácilmente se enuncia y difícilmente se practica a la perfección: «hacerlo todo por María, con María, en María y para María».
Como el Bautismo inaugura la vida cristiana y la profesión religiosa el estado religioso, así la Consagración no es una entrega pasajera sino el comienzo de un nuevo estado, de una nueva forma de vida espiritual que podríamos definir: La Marianización de nuestra vida espiritual y de todos los actos de nuestra existencia.
Esta vida mariana cada vez más intensa o en frase de Pío XII «La intensidad de una vida cristiana y mariana», se obtiene practicando el segundo elemento de la definición arriba dada, que fácilmente se enuncia y difícilmente se practica a la perfección: «hacerlo todo por María, con María, en María y para María».