OBRAR POR MARIA--TEORIA DE LA VIDA MARIANA

Obrar por María
En el sistema Montfortiano de espiritualidad esta expresión encierra tres ideas:
1. Obrar por el impulso de María, en virtud de la gracia recibida por medio de María.
2. Servirse de la mediación de la Virgen en toda acción y oración.
3. Proponerse a la dulce Reina de los corazones como razón y móvil inspirador de todos los actos.
En la primera acepción María es caudal espiritual que impulsa nuestra vida.
En la segunda es el medio de que nos servimos en todo.
En la tercera es el motivo amoroso que nos impulsa a obrar.

Admirable fecundidad la de esta sencilla frase: ¡POR MARIA!
Prodigiosa eficacia la suya en orden al progreso espiritual. Aún siendo religiosas o sacerdotes necesitamos el acicate de un ideal que nos fascine, nos arrastre y nos eleve sobre las pequeñeces de nuestra existencia, necesitamos de un ideal que ilumine, consuele, transforme y eleve nuestra vida. Lo tenemos en esta sencilla frase: Por María. Una vida encuadrada en este marco de santidad, regulada por tal causa, ayudada por tal medio e impulsada por tal motivo se perfecciona indefectiblemente, se transforma, se diviniza.

El alma que constituye a María causa y motivo de sus acciones forzosamente arroja de si otras causas y motivos que vician y adulteran nuestros actos; ¡fuera, pues, el amor propio la propia voluntad, la insubordinación y la terquedad! Las acciones resultan santas por la causa y por el impulso vigoroso que reciben.

Quien para todo se valga de la mediación eficacísima de María, tiene asegurado el éxito. La Virgen es un medio que no falta jamás, camino que nunca yerra, lazo de unión que nunca falta. El alma conocerá fracasos espirituales. Si la Virgen, como dice San Luis María, es el universal suplemento, el alma nada tiene que temer y todo puede esperar. Si María es la razón y motivo de sus actos, el alma tiene ante los ojos un ideal atrayente y poderoso y un móvil seductor y eficacísimo.

Todos sabemos lo que puede un ideal esplendoroso en orden a la acción y al heroísmo. Será, pues, esto una inyección poderosa de energía, para la vida.
De parte del alma se requiere una gran docilidad: debe renunciar a sus propios móviles para seguir el espíritu de María, que es el espíritu de Dios. Obedeciendo a María estamos seguros de obrar por el espíritu de Dios, por las inspiraciones del Espíritu Santo.

Para entrarnos en esta práctica San Luis María aconseja dos movimientos del alma: renunciar a sí mismo y entregarse a María.
Como la respiración consiste en espirar el aire viciado y aspirar el aire puro, en la vida mariana, debe ser la respiración del alma, hay que empezar por renunciar a nuestro egoísmo para aspirar el Espíritu de Dios maternizado en María.

El móvil de todo acto humano es el ego, el yo, o sea, la voluntad humana; por lo tanto debemos renunciar a nosotros mismos al principio de la acción, desechando todo lo que busca satisfacción propia y resistencia a la gracia, v. gr., al levantarnos, la voz de la naturaleza nos dice o nos induce a prolongar el reposo de la noche. Si la rechazamos habremos logrado nuestra primera derrota seguida de muchas otras.

El renunciar es ley fundamental de Jesús para toda alma deseosa de seguirlo por la vía de los mandamientos, de los consejos y con mayor razón, de la dependencia mariana.
A esa renuncia hay que añadir el abandono, la entrega a María, facilitada por la misma renuncia nuestra, por el mismo vacío nuestro.
No nos vaciamos por vaciarnos, sino por llenarnos de María, por abandonarnos a su dirección. ¡Que alegría la del alma victoriosa que, libre de sí misma, se abre la acción de María para avanzar de gracia en gracia y de luz en luz!. Esa alma será un instrumento vivo, inteligente, amorosamente dócil en manos de la celestial artista, que hará de esa vida una armonía, un himno de amor a Dios, un Magnificat maravilloso.

Nos recomienda San Luis María que repitamos con frecuencia:
Madre mía, me doy a Vos… al comienzo y durante la acción. Aunque no haya gusto sensible si la voluntad interviene, se logrará mucho fruto: no se interrumpirá la corriente de la gracia «y cuando más así lo hagamos más pronto nos santificaremos y llegaremos a la unión con Jesucristo que sigue necesariamente a la unión con María».

Concluyamos esta primera parte de la teoría mariana (Por María), reconociendo cual es el primer enemigo u obstáculo a vencer: el yo humano.