EN MARIA es la parte mas sublime de la formula Montfortiana.
Por misteriosa que parezca busca transfundir en nuestra vida la vida de María, lograr que sea realidad viviente en el corazón la presencia de María, trasplantar el alma al místico paraíso de Dios, hacer que la divina Madre viva en su amante y este en Ella.
Las dos proposiciones se complementan y compenetran: la vida en su siervo es correlativa a la de este en su Madre Celestial. Tanto mas exuberante es la vida Mariana, cuanto más la haga sentir presente la Santísima Virgen; el alma vivirá en María en la proporción en que experimente en si la presencia de la Virgen.
Él EN MARÍA nos recuerda dos pasajes de San Luis María:
«María, Le (al esclavo) hace sumergirse en el abismo de sus gracias» y «…. Almas escogidas, que perdiéndose ellas mismas en el abismo de su (de María) interior, se transformarán en copias vivientes de María».
Estas dos expresiones del Santo arrojan mucha luz sobre la misteriosa significación del En María.
Quiere enseñarnos que nuestra vida de gracia, nuestra vida divina la tomamos en el seno espiritual de María, «en el abismo de sus gracias». La única comparación que podemos dar en la vida natural es la del niño perdido antes de nacer en el seno de su Madre de donde toma todo su principio vital y todo el aliento proporcionado a su debilidad; por eso las almas marianas gustan tanto del En María, que traduce por el in sinu matris: EN EL SENO DE LA MADRE.
¡Insospechado misterio de gracia, el misterio de nuestra inhabitación en María!, El verbo entró en María en la mañana de la Anunciación; allí permanece, no en su cuerpo natural y físico sino en su cuerpo místico y espiritual. Como hombre, Jesús ha salido de María; como Salvador, cabeza de los predestinados, no ha salido ni saldrá del seno espiritual de María; mientras un predestinado quede sobre la tierra.
Es el misterio de la maternidad espiritual, prolongación del de la Encarnación. Jesús vive siempre en María para comunicarnos en Ella su vida, porque ha querido que como recibimos la vida del cuerpo en el seno de una madre, recibamos la vida del alma en el seno de su madre; que es también la nuestra.
Montfort quiere que apreciemos y tengamos conciencia de esta realidad sobrenatural, saboreando este misterio de unión. Por esto nos invita a entrar y permanecer en María unidos a Jesús.
ENTRAR de una manera consciente, es una gracia que merecemos del Espíritu Santo por nuestra fidelidad en hacer todo Por María y Con María, es decir, siendo dóciles a sus inspiraciones, caminando en su presencia e imitando sus virtudes; esa alma fiel es poseída, gobernada, conducida enseñoreada por María que la maneja como quiere. En Ella ejerce plenamente su función de Madre porque obra la Virgen libremente como soberana; es el fruto delicioso del Por María.
Obrando Con María se aplica a reproducir el modelo virginal apropiado a su debilidad; por eso la vemos rica en virtudes sólidas, activadas por los dones del Espíritu Santo; fiel esposo de María.
Ha llegado a la semejanza deseada, es la copia de María porque recibe En María, saca de María la abundancia de la gracia, es decir, la vida misma de Jesús que vive en María. Y al recibir este cúmulo de gracias, esta vida divina, el alma descubre que la recibe En María; entra así de una manera consciente y amorosa, allí donde Jesús toma sus divinas complacencias.
Cada mañana al despertar nos hallamos al instante de María, «sumergidos en los abismos de sus gracias…perdido en el abismo de su interior». Nuestro corazón, todo nuestro ser sobrenatural aspira la gracia En María, y es así como oramos en Ella, comulgamos en Ella, trabajamos en Ella; sin abandonar jamás ese interior seno espiritual de la que continuamente alimenta nuestra vida espiritual, «el abismo de sus gracias».
«Después de que por su fidelidad se ha obtenido esta insigne gracia, (la entrada consciente y amante en María) hay que permanecer en ese bello interior y perderse sin reserva a fin de que en ese seno virginal el alma se alimente con la leche de sus gracias….. Se vea libre de turbaciones y temores…. Este a salvo de sus enemigos»
Ha llegado a la semejanza deseada, es la copia de María porque recibe En María, saca de María la abundancia de la gracia, es decir, la vida misma de Jesús que vive en María. Y al recibir este cúmulo de gracias, esta vida divina, el alma descubre que la recibe En María; entra así de una manera consciente y amorosa, allí donde Jesús toma sus divinas complacencias.
Cada mañana al despertar nos hallamos al instante de María, «sumergidos en los abismos de sus gracias…perdido en el abismo de su interior». Nuestro corazón, todo nuestro ser sobrenatural aspira la gracia En María, y es así como oramos en Ella, comulgamos en Ella, trabajamos en Ella; sin abandonar jamás ese interior seno espiritual de la que continuamente alimenta nuestra vida espiritual, «el abismo de sus gracias».
«Después de que por su fidelidad se ha obtenido esta insigne gracia, (la entrada consciente y amante en María) hay que permanecer en ese bello interior y perderse sin reserva a fin de que en ese seno virginal el alma se alimente con la leche de sus gracias….. Se vea libre de turbaciones y temores…. Este a salvo de sus enemigos»
PERMANECER, morar es tener una residencia fija y permanente residir habitualmente y tener la felicidad de estar allí íntimamente cada vez con mayor intensidad, unidos a Jesús, que nuevo Adán, sigue allí tomando sus divinas complacencias; ninguna otra morada lo atrae y retiene tanto como María. Allí nos abandonaremos a la vida deliciosa de la unión. En esta altura impera clamor de complacencia, el gozo espiritual en sus grados superiores de que nos hablan las almas místicas marianas.
Por eso acumula aquí San Luis María las figuras más elocuentes: María será paraíso..., será torre…, morada de confianza…, morada de seguridad…, morada de transformación en Jesús para hacer del alma un miembro suyo bien viviente.
Por eso acumula aquí San Luis María las figuras más elocuentes: María será paraíso..., será torre…, morada de confianza…, morada de seguridad…, morada de transformación en Jesús para hacer del alma un miembro suyo bien viviente.
Es la gracia de la unión vital transformante; en María – in sinu matris – el alma llega a su estado de perfección en el cuerpo místico, ha logrado o esta próxima a alcanzar la edad perfecta de su vida de gracia, solo tiene que esperar su nacimiento a la vida del cielo, a la bienaventuranza celestial.