Obrar para María-TEORÍA DE LA VIDA MARIANA


La última cláusula PARA MARÍA es coronamiento y síntesis de las otras tres, como en la doxología del Canon de las palabras «ovnis honor et gloria», dan el sentido completo al Per ipsum, cum Ipso et in Ipso.

A la virgen como a nuestro fin próximo queremos dar todo honor y toda gloria dichosos de servirla y con el deseo de que venga su reino y por ende, el reino de su Hijo.

Esta cláusula indica la dirección práctica de la vida mariana y pone ante el devoto esclavo de María un ideal y fin próximos de una gran fecundidad y energía: buscar flagrado la gloria de María, promover el reino de María: Oportet ilam regnare. Preciso es que Ella reine.

Servir a nuestra amada soberana, consagrarse a su culto, buscar sus intereses, procurar su gloria, promover su reino, de ahí un ideal propio para llenar una vida, transformar nuestra existencia y elevar por encima de la tierra todas nuestras ambiciones.

«Al modo de los buenos siervos y esclavos no debemos permanecer ociosos, sino apoyados en su protección, emprender y realizar grandes cosas para esta augusta Soberana». Esto es apenas de rigurosa lógica y de estricta justicia. 
Nos hemos dado totalmente a María, somos la propiedad de María. Todas nuestras energías, todas las potencias del alma, todos los sentidos del cuerpo, los haberes espirituales, los bienes de la tierra, la vida toda debe comunicarse para gloria de María. Una vez más se le asegura unidad a toda existencia, que está vivificada por un ideal fascinador. La Virgen viene otra vez a ser el centro luminoso que ilumina la senda del esclavo de amor.

Con este ideal mariano ante los ojos, el alma, en cada una de sus acciones, pondría la mejor pureza de intención. Nada de interés personal. Todas las acciones, todas las actividades, todos los pensamientos, todas las penalidades serán un tributo a María, para cuyo honor y gloria viviremos. Para Ella el trabajo, a veces monótono, con sus alegrías o con sus penas que llamamos el deber de estado, para Ella, es decir, para que sea más conocida, más amada y mejor servida que nunca.

A esta pureza de intención añadiremos un gran espíritu de celo para irradiar a María lo más posible en torno nuestro. Seremos los apóstoles del reino de María por la oración, el sufrimiento, la palabra, la acción y la pluma. Oigamos a Montfort que nos asegura con la certeza de quien esta en plena posesión de la verdad: «Dios quiere que su Santísima Madre sea ahora más conocida, más amada y servida que nunca, lo cual se conseguirá sin duda si los predestinados entran, con la gracia y la luz del Espíritu Santo, en la practica interior y perfecta que se descubrirá en esta Consagración».

Al abrazar, pues, nosotros la Perfecta devoción a María estamos cumpliendo esta adorable voluntad de Dios y estamos, por lo mismo, apresurando el reino de María como medio providencial de apresurar el reino de Jesús.

Muchas almas guardan perezosamente su tesoro: El Secreto de María. Recibieron los talentos marianos y los escondieron. Si hemos comprendido bien nuestro secreto de santidad y amamos de veras a María, lo demostraremos haciéndonos apóstoles incansables de la Esclavitud de amor. «Hay que atraer a todo el mundo, si es posible, a su servicio (de María) y a esta verdadera y sólida devoción».

A medida que nuestra devoción gana profundidad y se perfecciona, debe aumentar en extensión mostrándose actuante, avasalladora, apostólica. Será un «fuego devorador» que buscará quemar los corazones en amor a María, incendiar el mundo de las almas para que amen a María como nosotros la amamos.

Debemos enriquecer las almas con nuestro tesoro interior si lo apreciamos y lo amamos. La lengua habla de la abundancia de corazón, se ha dicho
¿Cómo pretendes amar a María si no la das a conocer, sino buscas corazones generosos que aspiran a la entrega total, pero desconocen el Secreto de María?. Esta no es una devoción más entre muchas otras, laudables y recomendables, es la perfecta y más excelente manera de honrar a María, supone más renuncia, exige más sacrificios, responde a la necesidad íntima de las almas generosas, satisface plenamente el heroísmo del amor y el radicalismo del sacrificio.

No perdamos ocasión de encadenar un alma como cadena de amor a la Reina de los corazones. Una palabra convincente, un consejo persuasivo, una hoja, un folleto deslizado en las manos de un amigo puede, con las gracias y luz del Espíritu Santo, descubrirle a María y abrirle horizontes insospechados sobre la vida mariana.

El espíritu sopla donde quiere y a veces se sirve de una palabra nuestra.
Nuestro ideal será en adelante: El Reino de Jesús por el Reino de María mediante la Perfecta Devoción conocida, practicada y propagada entre un número cada vez mayor de almas.